El bombardeo comercial al que estamos sometidos nos enfrenta diariamente a cientos de mensajes, de estímulos publicitarios, muchos de ellos solo visuales, pero, por lo general, con una mayor o menor carga lingüística y textual.
La publicidad adopta técnicas, procedi¡mientos y recursos estilísticos y expresivos destinados a sorprender al receptor, apelar a su atención y conducirla al mensaje y al producto que se anuncia. En este particular acto de comunicación todo está permitido siempre que no se ponga en peligro el propio acto, es decir, que el receptor pueda entender -o interpretar, según los casos- el mensaje. Pero las transgresiones, los guiños lingüísticos y estilísticos, rupturistas, y hasta excéntricos a veces, deben tener unos límites y habría que evitar aquellos que puedan no ser percibidos como tales por quien recibe el mensaje.
Este libro pretende cumplir un doble objetivo: por una parte, mostrar una serie de transgresiones de la norma académica frecuentes en la publicidad de los últimos años, errores que describimos, corregimos y cuya explicación pertinente ofrecemos. Pero, por otra parte, tratamos de despertar la conciencia lingüística de los redactores publicitarios -los " copys " en la jerga del mundo de la publicidad- y de los publicistas en general sobre el uso de la lengua, sobre la necesidad de adquirir una sólida competencia lingüística, de alcanzar una formación óptima y de continuarla con una constante actualización, ya que la lengua es, sin duda, una de sus principales herramientas de trabajo que, conociéndola bien, les permitirá explotar en mayor medida su capacidad de expresión con nuevas fórmulas ingeniosas y artísticas a través de juegos verbales, neologismos de autor, etc.